Él era yo. IV


Llevaba 5 años viviendo en Madrid. Me había mudado a un piso maravilloso a las afueras de la ciudad con mi pareja; teníamos proyectos, ilusión… pero durante meses, tanto dentro como fuera de ese espacio,  “conviví “ más sola que cuando dormía en una cama de noventa en un apartamento de 35 metros. Un día hice las maletas y me fui. No sin antes, no haber pensado conscientemente en ello, sino haberlo sentido…El corazón siempre se adelanta, pero esta vez, además, actuó por su cuenta:  me liberó.
Fue doloroso: Una incisión limpia, pero muy intensa.

Destino: Mi vida.

No, no voy a engañaros. No es nada fácil empezar de cero, rehacer tus proyectos, dejar atrás el bucle de “lo que podría haber sido y no fue”, retomar amistades que ya no saben nada de ti, ni tú de ellas, sentirte vulnerable,  enfrentar el pensamiento de “no, tú no te mereces que te quieran”, no tener ganas de hacer nada, llorar a todas horas, recorrer cada uno de tus extremos en segundos, en definitiva, querer hacerte cargo de ti misma conscientemente…No, no es fácil…

Sin embargo, es una bendición

“(…) Lo importante es tener finales”.  Love of lesbian

 La actividad de aquel día se hacía por parejas. Cada uno elegía a la persona que quisiera para “trabajar” con ella…Me quedé bloqueada y paré en seco en una esquina de la sala con la mirada perdida…de repente, enfocando la borrosa información visual , vi cómo se acercaba…

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No dijimos ni una palabra…permanecimos ahí, de pie...juntos.

Comenzó a sonar la música, era lenta, suave, sensual…Mi mente me pedía fervientemente que me fuera; yo quise quedarme. Su cuerpo llamaba a gritos al mío. Nos habíamos encontrado.
 
(Continuará)

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