IDENTIFICANDO FANTASMAS

Qué no recaigan en los demás las responsabilidades que son sólo nuestras. O sea, toda nuestra vida. Nadie es culpable de tu infelicidad o de tu tristeza: tú, sólo tú. Lo sencillo es culpar al mundo, a la sociedad, a tu novio, tu madre, tu amigo o enemigo, a tu jefe. Ellos son responsables de sus vidas, de sus actitudes; tú, de las tuyas. Él puede pasar de ti y tú tienes dos opciones: Sentirte una víctima de su pasotismo o entretener a tu mente perversa con tu única presencia. Nadie te va a salvar de tus abismos, de tus miedos, ni va a capturar a tus fantasmas; así que, si aparecen: bienvenidos sean. Es una oportunidad para hacerle cada vez más y más hueco a tu presencia, hasta conseguir manejarlos, aceptándolos. Para ello, es buena idea darles un nombre cuando aparecen, identificarlos. Hoy ha venido a visitarme Paul, el monstruo de la inseguridad y la desconfianza. Es un tipo apuesto, alto, de ojos verdes y mirada profunda. Adula mi parte más superficial, mi belleza, mis pechos, mi pelo largo y rubio y me cautiva con esa mirada que habla y me cuenta al oído que me desea. Pero la verdad es que en lo más profundo se que es de esos tipos a los que les gusta hacer sentir especiales a todas las mujeres como si fueran únicas. Y miente, miente más que habla.

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