WILMA Y ÁLEX
Wilma y Álex discutían acaloradamente en su moderno loft de Malasaña. Ella le reprochaba que
jamás emitiese un signo de admiración sobre su trabajo -Wilma era pintora- y él
se defendía atacando sus aires de grandeza.
La rabia y los reproches se acomodaron entre ellos varias
semanas.
Una tarde Wilma llegó a casa y se la encontró a oscuras,
iluminada por cientos de velas. Álex lloraba sentado enfrente de uno de sus cuadros.
¿Ves, Wilma? esto es
lo que me pasa cuando admiro tu obra: me eleva a un lugar tan profundo que me convierto
en vértigo. Por eso la evito.
Wilma le besó en la boca. Por eso te quiero.
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